Aventuras siberianas en LomoScope

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Era Siberia. Una llamada a una tierra lejana y llena de misticismo. Y descolgué el teléfono. El verano pasado me invitaron a unirme a un grupo de jóvenes aventureros para ir desde Europa central usando toda clase de medios de transporte. Nuestro objetivo era un pequeño pueblo llamado Man Yckwe. Allí nos dejaríamos encantar por los indígenas siberianos y nos enamoraríamos de este paraíso remoto.

El viaje empezó en un aeropuerto distante con parada en Moscú. Luego seguimos por ferrocarril. El transibirckiji o transiberiano es la única conexión terrestre con Siberia, y funciona todo el año. No debemos perder de vista que Siberia tiene básicamente siete meses de invierno con temperaturas bastante desagradables y un montón de hielo y nieve. Hay un mes de primavera y otro de otoño, y unos tres meses de un verano verdaderamente muy agradable. Y todo esto afecta al transporte. En verano hay grandes áreas convertidas en pantanos y el terreno no es lo suficientemente estable como para soportar carreteras, así que es necesario usar helicópteros para desplazarse desde los lugares donde para el tren. Por otro lado, en invierno puedes coger tu cuatro por cuatro porque el pantano está congelado. Hay algo parecido a carreteras provisionales de invierno, que aparecen cada temporada y desaparecen al llegar el calor.

Los ferrocarriles rusos son una fantástica manera de viajar, si verdaderamente quieres disfrutar del viaje. Siempre son puntuales, porque son muuuuuy lentos. Los trenes se detienen cada par de horas a comprar bollería recién horneada y verduras a las babushkas que están en los andenes. Eso te da mucho tiempo para charlar con tus compañeros, y tomar unos vasos de cristalino woditschka. Si quieres sentir los corazones de la gente, hazlo en los trenes.

Como era verano, tuvimos el privilegio de poder volar en helicóptero a Saranpaul, un pequeño pueblo y todavía la capital de una región federal. Desde ahí cogimos lanchas rápidas para alcanzar Man Yckwe, que era poco más que un bosque, cuatro casas de madera, cinco caballos salvajes y probablemente un oso, aunque no nos tropezáramos con él. Nos encontramos en mitad de Rusia, en mitad de Siberia, en definitiva en mitad de ninguna parte.

La idea principal del viaje era poder hacer un campamento para las culturas indígenas como los Xanty y los Manty, que viven en ese vasto territorio desde hace siglos. Estos pueblos siempre han vivido de la cría de renos, la caza y la recolección. En algunos lugares recónditos es aún así, pero la mayoría de ellos vive hoy día en ciudades. La pérdida de sus profesiones ancestrales y la opresión durante los tiempos de la Unión Soviética han dejado en ellos un gran vacío de identidad. Esto ha causado muchos problemas. Especialmente a los hombres indígenas. Mientras que las mujeres hacen lo que siempre han hecho (cuidar de sus hijos, mantener la familia unida) los hombres no saben qué hacer. El futuro social y profesional es desolador, especialmente si tienes en cuenta el papel que el alcohol está jugando en él.

Su autoestima cae al mismo ritmo que crece la tasa de suicicios, hasta el punto de que prácticamente no hay una familia que no haya sufrido alguna pérdida así. Debido a eso, muchas mujeres Xanty y Manty prefieren a los hombres rusos, que les transmiten mayor estabilidad. Y eso podría, finalmente, llevar a la desaparición de su cultura.

Al final, las cosas necesitan mejorar y las medidas que se toman pueden no parecer obvias, pero son muy interesantes. En nuestro campamento, jóvenes de entre 10 y 20 años aprendieron sobre su cultura, pero también sobre lucha y las prácticas de sus chamanes. En el campamento todo estaba centrado en un juego en el que dos clanes debían luchar por su honor y por una princesa. Los chicos se tomaron muy en serio este cuento de hadas, y les ayudó a mejorar su identidad cultural con la propia tribu y a reforzar su confianza. Las chicas también jugaban; naturalmente, eran las mujeres de los guerreros. Se hicieron sus propios vestidos, verdaderamente preciosos, y se implicaron en el juego con mucho entusiasmo. También hubo otros talleres, y yo organizaba un proyecto cinematográfico.

Para mí, como observador, fue una experiencia increíble; y aunque pensaba que lo del juego de los clanes era algo un poco alocado, en el fondo resultó ser una estupenda idea. Hice algunas fotos de los guerreros. Construyeron fortalezas en el bosque, que tenían que ser conquistadas. La gente de la Europa del Este tiene una especial habilidad para construir cosas. Es increíble ver a un puñado de hombres adentrándose en el bosque y volviendo con árboles cortados para ponerse a construir una casa con una precisión asombrosa. Los admiro por tener esos súper-poderes, de los que yo sólo me siento capaz en teoría.

Como hablo un poco de ruso hice de intérprete entre los otros alemanes y los participantes locales. Pero a veces, más importante que las palabras era la traducción de sus almas. Se ha hablado a menudo sobre lo más profundo del alma de los rusos y es completamente cierto. Si haces un amigo, lo es de verdad, y unido a los misterios indígenas de Siberia, la mezcla resulta conmovedora.

Ver a las ancianas con sus vestidos típicos hablando un lenguaje que podría llegar a perderse si no se preserva, junto con los más pequeños indígenas, era una imagen preciosa.

Tras diez días en el campamento, nos marchamos en helicóptero y con una gran melancolía. Me gustaría volver. Un nuevo amigo va a construir allí su casa. ¿A que sería estupendo visitarlo en invierno, con dos metros de nieve en la puerta de su casa, mientras llevo unas grandes botas negras en mis pies helados?

Al volver paramos en la mayor ciudad de la región, Xanty-Mansiisk. Era una ciudad realmente muy pequeña, pero había crecido por la industria del petróleo y ahora tenía nuevos edificios y una reluciente iglesia blanca. Incluso fui invitado a una televisión local, algo muy divertido. Un programa matinal de televisión, en Siberia.

Especialmente después de llegar a Moscú por última vez, es impresionante ver las diferencias que existen en el mayor país del mundo. Rusia tiene ciudades con millones de habitantes, y millones de hectáreas con sólo unos pocos habitantes. Y todo está conectado, una cosa sólo puede entenderse con la otra.

Estas fotografías e historias son por supuesto sólo unas pinceladas sobre tres intensas semanas. Pero dónde empezar y hasta dónde llegar. Dejarlo en esta forma escueta puede ayudar a conservar el respeto por las historias originales, que prefiero contarte en alguna ocasión cercana junto a una hoguera, mirándote a los ojos, con uno o dos vasos de ese bendito woditschka…

escrito por wil6ka el 2011-06-14 #lifestyle #verano #siberia #tren #viaje #rusia #manty #aventura #indios #xanty

2 Comentarios

  1. wil6ka
    wil6ka ·

    wow - that was quick :) muchas gracias por la traduccion!

  2. jaalvarez
    jaalvarez ·

    ¡Una historia preciosa con el estupendo complemento de unas fotos geniales!
    ¡¡Felicidades a @wil6ka por el artículo y a @vgzalez por la traducción!!

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