LomoWomen: La Fotógrafa Ana Cayuela Sobre Cuba, Mujeres y Empoderamiento

Marzo es el mes de la Historia de las Mujeres y queremos conocer más de cerca a las mujeres extraordinarias de todo el mundo que se esconden detrás de la cámara. Hoy entrevistamos a Ana Cayuela que nos habla de su vida y sentimientos como fotográfa, de sus viajes a Cuba y de la manera de mirar, de mirarse y dejarse mirar.

Os presentamos a Ana, una mujer fuerte que tiene mucho que decir a través de sus fotografías.

Hola, bienvenida a la Revista Lomography, ¿podrías presentarte a la comunidad Lomography?

Hola y gracias! Con mucho gusto; mi nombre suele ser Ana y cuando me preguntan “¿de dónde eres?” no siempre vale la misma respuesta. Mi abuela me dice que no paro y lloramos juntas cuando nos vemos; tanto de alegría como de desgarramiento; todo vale a la hora de sentir y yo vuelo siendo una de esas almas adictas a la intensidad y a las emociones que te trasvasan de una dimensión a otra; con sus consecuentes vértigos estomacales y saltos al vacío.

¿Podrías explicarnos porqué decidiste ser fotógrafa?

Podría si lo hubiese decidido yo… Mi plan inicial era ser veterinaria hasta un día de camino a casa las ideas de que la vida es demasiado corta, demasiado corta como para: intentar satisfacer a los demás sin escuchar nuestro instinto, como para dejarnos asfixiar, como para no tener en cuenta que acaba… la vida es demasiado corta como para tener miedo… La vida es demasiado ridícula como para dejarnos ridiculizar por un sistema social decadente y consumista. Elegí hacer bellas artes en Granada y el tercer año de carrera lo cursé en Alemania, en la Bauhaus.

¿Qué “papel” tienen las mujeres en tu obra?

El que se desee mientras se respete la integridad del resto. Yo viajo buscándome y encontrándome siendo protagonista de mi obra, yo soy una mujer entregada: lo hago en cuerpo y alma y a veces escapo sin despedirme. Yo soy así. Mi vida tiene prioridad y defiendo una manera de mirar, de mirarse y de dejarse mirar. Es muy importante el contexto. Lo que más me derrumba es ser tratada de forma diferente, como una yuma más que va a Cuba a subirse la autoestima mientras bebe mojito y aprende a bailar salsa. Hablando con curadores en Berlin, uno me dijo que las imágenes más interesantes para él eran aquellas que la gente había tomado de mí y mis selfies con los hombres que intentaban seducirme.

La mujer es el espíritu que da la bienvenida a la vida, mi sueño es que las diferencias mentales se vayan disolviendo y que el respeto de hombres a mujeres, de mujeres a hombres, de mujeres a mujeres y de hombres a hombres crezca y sea valorado como merece: sin tanto egoísmo ni razas. Es mágia que cada un@ de nosotr@s pueda estar aquí y ahora; han tenido que acontecer infinitos encuentros fortuitos y se han tenido que saltar muchas fronteras. La pachamama aún nos aguanta y nos sobran los motivos para ser felices y dejar ser. No tenemos elección; no se puede vivir con miedo. El miedo infunda las fobias con las que nos enfrentamos: las interiores: las más complejas de deshilachar.

¿Cómo definirías tu estilo?

Depende mucho del proyecto en el que me vea inmersa y de las personas con las que esté viviendo y creando. A mi no me gusta mucho trabajar sola, más que nada por amor a la obra y por conseguir un resultado lo suficientemente interesante y multiverso. Es también una forma de aprender para mí muy efectiva.

Pero va me mojo: me gusta lo crudo, por etapas tengo fijación con los colores crema. Suelo usar solamente gran angulares; al menos para los proyectos de larga duración que son para mí aquellos en los que más amor pongo. Lentes y objetivos que me obliguen a acercarme. No se si es artístico, periodístico o performístico (y lo de místico no lo digo por gusto). Me suelo sentir cómoda con luces tenues en escenas cotidianas e íntimas; soy adicta a acercarme tanto como se pueda; da igual lo que duela. Y lo que más adrenalina me produce es el analógico, paso muchas horas de laboratorio con buena música, café y visitas para dialogar sobre las imágenes que van naciendo entre líquidos que recuerdan bajo la luz roja al útero materno.

Parece que muestras una realidad aplastante en tus fotografías. ¿Tiene el realismo un papel importante en tu obra? En concreto, ¿en tu obra titulada “Lisa&Ana”?

Gracias, procuro no ser dogmática y simplemente tengo una vida intensa donde intento no perder el tiempo. Lo único que persigo es ser fiel a la realidad, por mi compromiso con la verdad. También tengo la suerte de que el realismo de las escenas cotidianas desarrolla fácilmente vínculos empáticos con el espectador y también con l@s retratad@s. Vemos muchas imágenes al día, miles! Pero la mayoría son posadas, están preparadas, tratadas y edulcoradas.

Sobre "Lisa y Ana", primero quiero decir que Lisa es mi musa y mi amiga. Con el apoyo de Joan Peiro y Allan Duncan creamos una serie basada en las etapas de una relación amorosa. Lisa representa todo aquello en lo que creo, sobre todo la belleza. Me fascina como la luz se corre por su piel y como su boca se mueve al reír. Sus largas piernas son la escultura más hermosa que ha caminado ante mis ojos. Lisa equilibra mi balanza y lo impregna todo de olores afrodisíacos.

Al descubrir tu obra, hemos descubierto tus viajes a Cuba. ¿Qué tiene Cuba de especial?

Yo solo puedo hablar de lo especial que tiene Cuba conmigo y yo con ella; mi primer viaje; en una de esas llamadas de “demasiados” que me hace la vida; cuando reuní dinero para comprar un ordenador y en vez de ir a la tienda me fui al aeropuerto para volar al Caribe sin mapa y sin saber a penas nada…

No me preparé metódicamente; iba a observar con mis propios ojos. Leí "La Edad de Oro" de José Martí ( que es parte de la lectura escolar en gran parte de Latinoamérica). Quería sentir el socialismo de cerca en una isla después del “bidireccionalismo”: que fue mi tesis sobre procesos creativos cooperacionales en horizontal donde se comparten derechos de autor, ganancias y roles.

Mi primer viaje en 2014 tuvo lugar hasta unas horas antes de que Obama anunciase el supuesto final del Embargo a Cuba. Yo en cinco semanas había olvidado mi pin del banco, el sim de la tarjeta y parte de mi vida occidental de plástico. Desde que volé la primera vez no paré de estar en el aire. No sé como conjugar las palabras y tengo la sensación de que las fotos son muy interesantes pero la realidad lo era aun más! El 13 de abril regreso para impartir un taller de Iluminación en la Universidad de Artes de la Habana y eso me tiene emocionadísima.

¿Tienen tus fotografías un objetivo? ¿Qué mensaje quieres transmitir con ella, y cómo ayuda la imagen de la mujer a reflejar ese objetivo?

Mis fotografías siempre tendrán como meta mostrar la verdad: vivir real y coherentemente. La transparencia más pura posible a la hora de comunicar. Si este hecho no me tocase tan profundamente hasta casi la angustia, podría dedicarme más a la publicidad y tener siempre la cartera llena pero soy demasiado débil como para mentir. A veces lo hago y el precio que me toca pagar es desorvitado: pesadillas y malestar seco. A la mujer supongo que la enseña con bastante igualdad con respecto al resto de seres: yo intento relacionarme a la altura de los ojos con el prójimo y ser libre de cualquier barrera ideológica.

Como mujer, ¿cómo te sientes detrás de la cámara?

Me siento libre para hablar; me empodera el hecho de dejar documentadas formas de vida que hace no mucho no hubiesen sido toleradas para una mujer. Detrás y delante, debajo arriba o tirada me siento orgullosa de ser persona e intento rendir tributo a ello mientras voy limando mis asperezas e intentando ser mejor ser, más consciente, menos egoista.


Muchísimas gracias Ana por tus palabras y por compartir con nosotros un pedacito de tu mundo. Si quieres saber más sobre ella, visita su página web o síguela en instagram.

escrito por martagruesocoy el 2018-03-27

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