¿Recuerdas cuando eras un niño y todo sucedía de manera natural e instintiva? ¿Cuando tu vida fluía y no estaba planeada y construida de manera meticulosa? ¿¡Esos eran los buenos tiempos, verdad!? Las cosas simplemente pasaban y todo en tu vida era como un cuento de hadas que se iba desenvolviendo frente a ti. Cada momento era especial y no tenías que planificarlo para que fuera asi. Volvamos a esos días. Tira por la borda tu intelecto socializado, deja que la información sin filtro fluya libremente, sin juzgar ni alterar por tu mente. Dispara, siente, percibe y dispara, diviértete, fotografía lo que atrape tu atención, lo que sea que te atraiga, te sorprenda, te excita, te seduzca. Tus mejores disparos no serán los que planifiques y prepares. Serán aquellos en los que tomaste la cámara y disparaste sin saber muy bien a que, sin que nada te importase en este mundo.